Cognita

¿Cómo pueden los profesores fomentar el “pensar”?

11 de December 2017

Elenice Lobo, directora educativa de PlayPen Bilingual Education en Brasil, estudia las formas en que los profesores pueden ayudar a sus estudiantes a desarrollar enfoques metacognitivos para el aprendizaje.

 

Nadie puede negar la importancia de ayudar a los estudiantes a esforzarse hacia sus metas futuras, pero ¿qué pasa con nuestra práctica pedagógica diaria? Al final de cada jornada escolar, ¿qué conocimiento conservarán mis alumnos cuando abandonen mi clase?

Investigaciones recientes muestran que el aprendizaje es un producto del pensamiento, y que no está relacionado con la preparación o la retención de información a través de la práctica memorística. La cita famosa de John Dewey es por lo tanto apta: “No aprendemos de la mera experiencia, sino de reflexionar sobre ella”.

Cuando los profesores necesitan hacer accesibles ideas complejas, deben guiar a los estudiantes a actuar en clases como lo hacen los profesionales en la vida laboral. Por ejemplo, los lectores hacen predicciones, interpretaciones, observan conexiones; los historiadores consideran diferentes perspectivas, razonan con evidencia, construyen explicaciones; los científicos observan de cerca, hacen y prueban hipótesis, construyen interpretaciones; los matemáticos buscan patrones, conjeturas, forman generalizaciones, construyen argumentos.

El trabajo en grupo está estrechamente vinculado a este modo de aprendizaje. Muchos investigadores postulan que los estudiantes aprenden de manera más efectiva cuando revelan sus hipótesis, explicaciones o interpretaciones a sus compañeros de clase. Según Vygotsky, cuando aprendemos algo, confiamos en los modelos: observamos qué y cómo los demás están haciendo cosas, y los imitamos. Así es como aprendemos a bailar, a cantar, etc.

Además, es a través del trabajo con compañeros que los estudiantes aprenden hábitos positivos como el respeto, mientras escuchan los puntos de vista de los demás; cooperación, ya que se dan cuenta de que nadie por sí solo es mejor que el grupo; perseverancia para seguir intentándolo; y la investigación, ya que la curiosidad es lo que los impulsa a seguir adelante. Si se lleva a cabo sistemáticamente, el trabajo en grupo ayuda, incluso, a construir confianza en sí mismo.

En un enfoque metacognitivo del aprendizaje, las preguntas que hacen los profesores y la forma en que escuchan las respuestas de los estudiantes, de manera de provocar más pensamientos, realmente importan: “¿Qué te hace decir eso?” “Me temo que no te estoy siguiendo. ¿Puedes explicar lo que estabas pensando de una manera diferente?” “¿Puedes decirme más sobre eso?” La vieja fórmula de adivinar lo que está en la cabeza del profesor debe dejarse atrás.

Con el fin de desarrollar una conciencia metacognitiva en los estudiantes, los profesores deben realizar un seguimiento de la mejora de los estudiantes en prácticas básicas, como observar y describir lo que ven, pensar metafóricamente y explorar la complejidad para ir más allá de la superficie de las cosas. A partir de entonces deben dejar en claro a cada alumno el progreso que se ha logrado, desarrollando así la capacidad de los estudiantes para regular su propio aprendizaje.

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